Congoja y desconsuelo, las cabezas bajas y el silencio…el claro y sepulcral silencio que invadió al público que deambulaba sin rumbo al costado del asfalto.
Un talud de tierra, que inicialmente fue creado para salvar vidas, había terminado con la existencia de un ídolo. Fue un 22 de noviembre de 1992 en el circuito semi-permanente de Lobos cuando Roberto Mouras pasó a la eternidad.
Pasaron 32 años de aquel infausto momento, Roberto ya es historia, sus campeonatos, sus autos, su personalidad reservada y su figura nos acompaña…siempre.
ACTC