.
.

Tiempo de Motores Web

.

El titán de la ruta, no habrá otro igual


Fecha 3 marzo,1963

Hace 59 años se apagaba en Olavarría la vida de Juan Gálvez, el ilustre y máximo campeón del Turismo Carretera. Para muchas generaciones, ha quedado la sublimidad de sus hazañas, y el mensaje de su valor y grandeza.

Eximio preparador, admirado por sus hazañas, mecánico y piloto de excepción. Sorprendía y excitaba, tenía mensaje de imbatible, de hombre que está más allá de los límites humanos. El sublime campeón de la historia teceista se perpetuó en el riesgo en una curva interminable, con el acelerador a fondo.

Su vida se fue mientras ganaba la décima Vuelta de Olavarría, un 3 de Marzo de 1963, cuando “viajaba” con su Ford, muy cerca de los Hermanos Emiliozzi, con quienes peleaba, por la gloria teceista.

La caja de cambios, lo traicionó en la “Curva de los Chilenos”, frente a la estancia de Aramburu, provocando el vuelco del memorable campeón, que era acompañado por Raúl Cottet, y la muerte de quien entregó tantas veces su nombre al Campeonato Argentino.

Ganó cinco grandes premios, alcanzó nueve coronas y cincuenta y seis finales. Su taller era el “santuario de la velocidad”, un sitio con extraños trofeos, clavos y tornillos. Juan, como Oscar Gálvez, eran ídolos indiscutidos.

La tradicional “Vuelta de Olavarría”, conformaba uno de los clásicos de la categoría más popular del país. La capital del cemento era el hábitat de la velocidad. Era la casa de los Emiliozzi. No era fácil de visitante ir a doblegar a los “Gringos”, pero Juan se tenía fe para esa carrera. Diecisiete días antes había cumplido 47 años.

Aquella mañana del mes de Marzo, se inquietó por el mal tiempo, y desde la casa quinta donde se hospedaba, se dirigió a dialogar con las autoridades, para saber si se largaría la carrera. La decisión fue positiva. Al fin, el barro era un viejo conocido que podía obrar a su favor.

Estrechó centenares de manos antes de la partida, sincronizó su reloj con el de Alejandro Marón, oficial deportivo de la CDA y subió a su Ford azul y rojo. Dominio sobre los Emiliozzi en las dos primeras vueltas, luego silencio y pesar. Juan Gálvez, había partido. Se fue ganado, como los grandes, como el máximo exponente del T.C.

El camino y la ruta, aún sienten la nostalgia, y el recuerdo del zumbido triunfador del notable campeón. En ese interminable camino, donde se vistió con sus glorias, se agigantó aún más, en la silenciosa majestuosidad de la muerte.

Fuente : Vertigo MotorSport

Reviews

  • Total Score 0%
User rating: 0.00% ( 0
votes )